«Hace ya unos meses terminé el ultimo tercio: la radioterapia. Duro. Quema. Duele. Ralla. Mi oncóloga decidió esperar un mes para pedirme TAC, Resonancia y Analítica para valoración post tratamiento. En ese mes, Julio, decidimos con mis tres cerditos dedicarnos un par de semanas de retiro veraniego en Galicia. El dia que marchábamos en coche, a las 7 de la mañana yo estaba en urgencias aquejado de un dolor agudo en la boca del estomago (“un infarto” pensaba mi angustia por mi), hora y media después estábamos en la A6 dirección Lugo. Suerte. No me había muerto. Despues de mas de medio año de consulta en consulta, de quimio en quimio, de casa a hospital y viceversa, era la primera salida de mas de 100 km que realizaba. Supongo que me pudo el temor a que me pasase algo y estuviese lejos de mi hospital. Me lleve incluso toda la documentación de mi enfermedad. El primer día fue duro en Viveiro. Por la tarde el dolor persistía y otra vez a urgencias. Electro. Nada de nada. Solo (que no es para nada poco) MIEDO. A partir de ese momento empecé a mejorar, a encontrar (re encontrar) mi sitio como viajante, paseante, disfrutante. Empecé a divertirme con mi gente, con mis vacaciones, como siempre había hecho. Mariscos, Ribeiro. Me costó un tiempo dejar de ser un enfermo (en realidad no deje de sentirlo pero pude reducir su espacio psicológico), pero se consigue. Hay que tener un poco de paciencia y recordar que preocuparse por lo que se puede arreglar no tiene sentido, y hacerlo por lo que NO se puede arreglar aun lo tiene menos»