Cuando empezó la duda acerca de la presencia o no de un sarcoma (tumor maligno) o fibroma (tumor benigno), se me hizo bastante duro dormir. No por un tema de dificultades de gestión psicológica del “marrón” que se me venía encima (que también por supuesto), si no porque el sarcoma en concreto es un bulto subdérmico que me apreció en la cadera izquierda y que es a la vez visible y “sentible”. La cuestión es se me aparecía ante la conciencia como un alien incrustado a mi lado. Me vino a la cabeza el nombre de aquella peli de Julia Roberts (que por otra parte no he visto y no tengo idea de qué trata) de los noventa llamada Durmiendo con mi enemigo. La primera sensación era –joder, que esto esta aquí a mi lado, que me ducho y no se va, que me voy la cama y viene conmigo, que camino por el barrio y me sigue-. Y lo que es mas desesperante: la fantasía de que poco a poco (o rápido a rápido dependiendo de la impaciencia fantasiosa de cada uno) me va a ir “poseyendo”, “colonizando”, “fagocitando”, que “tiene vida propia”. Uau! el acojone es brutal. De todas maneras hay una particularidad en el sarcoma que tengo y es que lo puedo tocar con la mano y no creo que sea una mala noticia…puedo seguirle la pista al cabron!
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